El emprendimiento está de moda. Todos los días vemos y leemos noticias sobre startups brillantes o sobre personas que han encontrado ideas de negocio geniales. Hay tanta información sobre el tema que a veces parece que para poder emprender con éxito basta con tener una buena idea, y que todo lo demás… simplemente ya vendrá.
Pero la realidad es muy distinta. No todo el mundo es el perfecto emprendedor/a: para poner en marcha un negocio hace falta mucho estudio, dedicación, paciencia, constancia, capacidad de sacrificio y trabajo. Y aunque pensemos que, llegado el momento y con la idea correcta, podemos llegar a tener todas estas aptitudes, muchas veces es nuestro propio carácter el que va a determinar un éxito o un fracaso. Porque para que un negocio funcione hay que resolver miles de situaciones diarias que tienen que ver, en primer lugar, con la competencia profesional, pero también con la capacidad de la persona para afrontar y resolver esas situaciones desde un punto de vista personal.
Lo puedes comprobar con un sencillo ejercicio. Piensa en las personas que te rodean, familiares, amigos, compañeras… Seguro que conoces a alguna que cuando se propone algo no para hasta que lo consigue; que es capaz de dedicar a esa tarea su tiempo libre y a investigar cualquier forma posible de lograrlo. Y, en el extremo opuesto, seguro que también conoces a una persona metódica, a la que no le gustan demasiado las novedades, ni salirse un milímetro de lo convencional. Probablemente las dos sean fiables en su trabajo, pero la primera cuenta, a priori, con un perfil más próximo al de una persona emprendedora.
Antes de lanzarte a la aventura del emprendimiento es muy importante que te analices a ti mismo/a, con frialdad, y descubras si tienes los mimbres que se necesitan para poder poner en marcha tu propio negocio, empezando por tu propio carácter y por tus actitudes personales.
A continuación te proponemos varias situaciones que te ayudarán a descubrir un poco mejor si eres una persona a la que el emprendimiento le iría como anillo al dedo. ¿Estás preparada?
- ¿Eres capaz de adaptarte a situaciones nuevas que surgen de forma espontánea o las novedades te han bloqueado alguna vez? Un mercado cambiante genera situaciones y problemas cambiantes y debes estar preparada para afrontarlos.
- ¿Puedes asumir los riesgos o te asustan? El riesgo es una característica propia de todo negocio. Quien no arriesga no gana, pero ese riesgo debe ser siempre calculado.
- ¿Tienes plena confianza en ti misma o buscas el apoyo de terceros? Ser empresaria y jefa implica tomar medidas en soledad y, a veces, impopulares.
- ¿Eres sociable o trabajas más cómoda sola? Es imprescindible que sepas relacionarte con clientes, proveedores, inversores, compañeros… Las relaciones personales estimulan la confianza y por eso la sociabilidad es fundamental para el éxito de la empresa.
- ¿Eres insistente, incluso después de recibir un golpe o necesitas algún tiempo para recuperarte? La capacidad de recuperación es una gran virtud que impide que puedas caer en el desánimo.
Llega el momento de saber si tu carácter es propio de una persona emprendedora. Si en la mayoría de las preguntas has optado por la primera opción, se puede decir que tu vocación es el emprendimiento y que tienes las actitudes personales necesarias para poner en marcha un negocio. Pero no te preocupes si encajas más con la segunda opción, porque nadie nace preparado. Con la ayuda y asesoramiento adecuados puedes aprender a lidiar con cualquier tipo de situaciones para ser tu mejor versión emprendedora. Y si lo complementas con una buena formación y nos dejas acompañarte en tu camino, tendrás muchas posibilidades de emprender con éxito.
Recuerda que en Gaztenpresa te ofrecemos un test para emprender con el que puedes conocer tus competencias para desarrollar tu proyecto, y que ponemos a tu disposición todos los recursos que necesitas para impulsarlo, desde talleres de creación de empresas hasta programas de mentoring. Te esperamos.