Cuando ponemos en marcha un negocio (o tenemos intención de hacerlo), una de las primeras cosas que toda persona emprendedora debe hacer es presentarlo a los demás: potencial clientela, distribuidores, organismos de desarrollo local que vayan a darnos apoyo e, incluso, a entidades financieras que nos faciliten un crédito con el que poder arrancar nuestra actividad.
En todos estos casos, tendremos más posibilidades de captar la atención de nuestras/os interlocutores y conseguir nuestros objetivos si nuestra propuesta comercial y oferta de servicios-productos se presentan de forma atractiva, a la vez que efectiva, haciendo que los datos clave y nuestra propuesta de valor sean fácilmente identificables. Y es aquí donde el diseño juega un papel fundamental.
Obviamente, el diseño no hace milagros. Si nuestros presupuestos y catálogo de servicios-productos no encajan en el mercado o no cumplen las expectativas creadas, lo más probable es que nuestra actividad acabe no prosperando o no la podamos mantener prolongadamente en el tiempo. No obstante, si nuestro proyecto es sólido y lo presentamos adecuadamente, tendremos más oportunidades de sacarlo adelante.
Recomendaciones para el diseño de documentos
Es normal que las personas que se están planteando emprender no sepan de diseño gráfico y que, en esta etapa inicial, no se puedan permitir contratar los servicios de un/a profesional en esta materia. Afortunadamente, hoy en día existen herramientas on-line que nos van a facilitar esta tarea y que no requieren de conocimientos previos para su uso, entre ellas, la famosa Canva.
Pero, aunque estos recursos nos proporcionan una gran cantidad de plantillas que podemos replicar con nuestros propios textos e imágenes de manera muy intuitiva, conviene que tengamos en cuenta las siguientes consideraciones básicas a la hora de diseñar nuestros documentos comerciales:
- Jerarquía de la información: es el modo en el que combinamos entre sí los distintos elementos visuales para transmitir el mensaje que queremos. Jerarquizar es ordenar las ideas de nuestro mensaje guiando la forma en la que naturalmente nuestro cerebro va a centrar su atención. Lo más importante deberá ir resaltado y lo que no presenta tanta importancia deberá ponerse en un segundo nivel de lectura.
- Tipografía: el tipo de letra es uno de los elementos clave de cualquier documento y su principal objetivo es la legibilidad. Por muy evidente que esto pueda parecer, la letra que elijamos va a ser el vehículo que transmita nuestra idea de negocio a los demás por lo que ha de ser clara y comprensible.
También conviene que no utilicemos muchas tipografías distintas en nuestros documentos, con dos o tres es más que suficiente. Si queremos destacar alguna información, bastará con jugar con el tamaño de la letra o el color de la misma. - Color: al igual que ocurre con la tipografía, el color desempeña un papel fundamental en cualquier representación gráfica. En el caso de los documentos comerciales, nos va a servir para guiar la atención de nuestras/os interlocutores hacia aquellos datos que queremos resaltar como cifras, porcentajes, propuesta de valor, etc. Es más, hay estudios que demuestran que la información destacada en color permanece un 39% más de tiempo en la memoria. Eso sí, no se trata de llenar nuestras presentaciones de colores a diestro y siniestro, sin ningún criterio. Debemos hacer un uso moderado del color, que no perjudique la legibilidad de los datos, y empleando sólo aquellas opciones cromáticas relacionadas con nuestra imagen de marca o identidad visual.
- Imágenes: las fotografías, ilustraciones, infografías, etc. dotan de dinamismo a cualquier presentación o propuesta comercial, siempre que sean utilizadas con sentido. Es decir, si las imágenes no van a aportar ningún valor añadido y sólo van a servir para añadir más páginas a un documento, lo mejor será que prescindamos de ellas. Ahora, si pensamos que van a aportar valor o nos van a ayudar a presentar la información de una forma más atractiva, adelante.