La Historia está plagada de mujeres excepcionales, pero muchas de ellas han permanecido a la sombra de los hombres o, simplemente, ignoradas. La situación de discriminación que ha padecido la mujer durante siglos le ha obligado, probablemente, a invertir muchos más esfuerzos que cualquier hombre para la consecución de cualquier logro. Este post pretende dar a conocer la labor de algunas mujeres a las que la Historia, por razones incomprensibles, no les ha reservado el lugar que se merecen, o cuyos nombres han quedado difuminados con el paso del tiempo.
Alice Guy. La primera realizadora cinematográfica
Todo el mundo identifica a los hermanos Lumière como los inventores del primer cinematógrafo, y a Georges Méliès como el director de la genial Viaje a la Luna, pionera en la realización de efectos especiales. Pero muy pocos recuerdan que Alice Guy fue la primera persona que dirigió una película de ficción. Alice trabajaba como secretaria del magnate del cine León Gaumont, cuando uno de los hermanos Lumière le invitó a conocer su cinematógrafo, un aparato que hacía que las fotos fijas cobraran vida. A la joven secretaria el aparato le fascinó, y propuso a su jefe que lo ideal sería rodar pequeñas historias con él. “Como tú quieras… no es más que un juguete para niños”, le respondió. Así fue como Alice comenzó a trabajar como directora, solo cuando sus tareas de secretaria se lo permitían, y rodó la primera película narrativa de la historia: El hada de los repollos, basada en un cuento francés. Sin embargo, su papel en la historia del cine ha sido siempre ignorado y olvidado. El libro Vida de Alice Guy Blaché, escrito por Alejandra Val Cubero, recoge la angustia que sufrió la realizadora americana durante la última etapa de su vida precisamente por eso: por haber desaparecido de la historia del cine.
Marion Pritchard. La ‘Oskar Schindler’ holandesa
Si mencionamos a Oskar Schindler inmediatamente nos viene a la cabeza la película dirigida por Steven Spielberg, La lista de Schindler (1993), y el modo en que aquel empresario alemán consiguió salvar la vida de alrededor de 1.200 judíos que iban a ser víctimas del exterminio nazi. Marion Pritchard llevó a cabo en Holanda una labor parecida que, sin embargo, ha pasado inadvertida para muchos. Poco después de la ocupación de este país por parte de los nazis, y de la rendición de su gobierno, esta joven ocultó durante tres años a la familia del prestigioso sociólogo Fred Polak, y llegó a matar a un policía nazi para evitar que la descubriera. Pero su labor no quedó ahí: con 22 años observó cómo los alemanes llenaban un camión con judíos, entre ellos muchos niños, cuyo destino era la muerte, y quedó “horrorizada”, según reconoció años después. En ese momento comenzó una arriesgada labor de resistencia que se prolongó hasta 1945. Desde su puesto de trabajadora social en un centro de rehabilitación empezó a registrar a niños judíos como si fueran suyos, les facilitó identidades falsas y les buscó refugio entre las muchas familias que colaboraban con la resistencia holandesa. Al terminar la guerra, Marion había salvado la vida de al menos 150 personas, la gran mayoría niños.
Rosalynd Franklin. Una científica brillante víctima del machismo
Nacida en Londres en 1920, Rosalynd Franklin jugó un papel clave en el descubrimiento de la estructura del ADN, aunque nunca obtuvo el reconocimiento que merecía. Un cáncer de ovario provocado por las repetidas exposiciones a la radiación en sus experimentos y el machismo imperante en la sociedad de la época le privaron del Premio Nobel de Medicina, que obtuvieron sus compañeros de laboratorio en 1962, cuatro años después de su muerte. Pero su vida, como la de otras muchas mujeres de su época, estuvo volcada en la investigación. Rosalynd se enfrentó a su padre y a la sociedad británica para dedicarse a la ciencia, y a los 21 años se graduó en Biofísica en la Universidad de Cambridge. Se trasladó a Paris e invirtió siete años en investigar sobre técnicas de difracción de rayos-X. En 1951 ingresó como investigadora en el King’s College de Londres, donde empezó a trabajar en un proyecto de ADN con un equipo de hombres que le despreciaba por su género. Dos años después tomó su famosa fotografía 51, en la que utilizó la difracción de rayos-X para capturar la estructura de doble hélice del ADN. Uno de sus compañeros, Maurice Wilkins, robó la imagen y se la mostró a los científicos James Watson y Francis Crick, que se sirvieron de ella para confirmar sus hipótesis y publicar dos años después el hallazgo en la revista Nature. En 1962, cuatro años después de morir Rosalynd, los tres científicos recibieron el Premio Nobel de Medicina.
Donyale Luna. Primera modelo negra portada de Vogue
Hoy en día muchos consideran que Naomi Campbell fue la primera modelo negra que apareció en la portada de la revista Vogue, en 1988. De hecho, su nombre ha pasado a la historia en parte por este hecho: su belleza y talento sobre las pasarelas no habían sido suficientes para salvar el veto que otras publicaciones le habían impuesto por el color de su piel, y Vogue la redimió. Pero lo que pocos conocen es que otra mujer afroamericana lo hizo mucho antes, en 1966. Aquella modelo fue Donyale Luna. Nacida en Detroit en el seno de una familia desestructurada, Peggy Ann Freeman, su verdadero nombre, fue descubierta por un fotógrafo y catapultada a la fama de manera inmediata. Un retrato suyo (un dibujo) fue publicado en la portada de la revista Harper´s Bazaar en 1965, y un año después se convirtió en la primera afroamericana que aparecía en la portada de la edición británica de Vogue. Desfiló en las principales pasarelas de moda del mundo y fue musa del mítico Richard Avedon, con quien mantuvo un contrato de exclusividad. Pero los excesos le pasaron factura hasta que falleció víctima de una sobredosis en 1979 y prácticamente sumida en el olvido.
María Luz Morales. Primera directora de un periódico
Si ya es difícil entender que en un país europeo no haya ningún gran periódico dirigido por una mujer, es increíble que en 1936 La Vanguardia tuviera como directora a María Luz Morales, que se convirtió así en la primera mujer en dirigir un rotativo. Su llegada a la dirección se produjo en plena Guerra Civil, de la mano del Comité Obrero CNT-UGT que controlaba el diario, aunque su trabajo como periodista había comenzado mucho antes. En 1924 empezó su colaboración con la cabecera del Grupo Godó en la sección de Cine, aunque con seudónimo: era la única mujer de la redacción. La Paramount se fijó en sus textos y le ofreció escribir diálogos y adaptar las películas norteamericanas a la fonética española. Después ocupó la sección de Teatro y empezó a firmar con su nombre. Tras la victoria franquista en la Guerra Civil, María Luz, como el resto de los redactores del periódico, quedó deshabilitada por el régimen como periodista y escritora, e incluso permaneció 40 días encarcelada. Retomó su actividad literaria a finales de los 40, pero su rehabilitación como periodista no se produjo hasta la reinstauración de la Democracia, en enero de 1978. Dos años después falleció.