Los conflictos son inherentes al ser humano: allí donde vayamos, existe la posibilidad de que se generen. Lógicamente, también suceden en las empresas, independientemente de su tamaño o de su veteranía (las pymes y startups no son ajenas a posibles conflictos). Pensar que hemos creado un sistema exento de problemas es irreal: las tensiones surgen más pronto que tarde y, si no se gestionan, generan mal ambiente, desconfianza y problemas a largo plazo que acaban repercutiendo tanto en las personas que trabajan en la empresa como en los resultados de la misma. Sin dramatizar o problematizar su aparición, conviene que afrontemos los conflictos cuando aparecen para que podamos ponerles una solución realista y duradera basada en un diagnóstico acertado y responsable.
Ya, ya, es muy fácil decirlo, pero, ¿cómo voy a seguir soportando a ese socio arrogante que pone en duda todas las aportaciones sobre estrategias de la empresa que yo hago, simplemente porque “me tiene manía”? ¿Y hasta cuándo voy a aguantar que ese chico ingenioso, con el que fundé la startup, me cuele nuevos socios de su exclusivo entorno y de los que no sé si fiarme? ¿Por qué estamos a la gresca siempre cuando hablamos –discutimos más bien- sobre las necesidades de nuevas inversiones y no avanzamos nunca? ¿Qué hacen ellos para llevarse más dividendos que yo a la hora del reparto, si todos somos socios igualitarios?…
¿Te ves en alguna de estas situaciones? ¿Estás pensando en otras diferentes, pero igual de problemáticas? Nuestro consejo es que las aceptes y pongas las herramientas para gestionarlas. Como expertos en creación de empresas con muchos años de trayectoria a nuestras espaldas (puedes ver aquí nuestros resultados del año pasado, por ejemplo) creemos que podemos darte algunas pautas útiles para resolver esos conflictos que únicamente van a perjudicar el crecimiento, desarrollo y asentamiento de tu negocio.
Imaginación al poder: una serie de consejos
Lo ideal ante un conflicto es dotar al grupo o las personas entre las que se ha originado de las herramientas necesarias para resolverlo. Antes de recurrir, por tanto, a terceras personas y como parte de un proceso de aprendizaje vamos a intentar abordar nosotros mismos el problema para intentar que el conflicto no vaya más allá. Y aquí hay que echarle toda la paciencia y la imaginación del mundo. Estos son algunos consejos que desde hace años vienen recetando en la página de Conflict Resolution Network, para evitar caer en una espiral conflictiva que nos acabe llevando a los tribunales:
1-Comprometerse con la perspectiva de que todos ganen.
Primero te tienes que convencer a ti mismo de que tú quieres ganar, pero también quieres que gane la otra parte (porque, en realidad, de lo que se trata es que el proyecto sume). Antes de abordar las soluciones posibles al conflicto, necesitas discutir las necesidades que se plantean (‘yo quiero esto y tú esto otro’). Las necesidades suelen ser complementarias, no excluyentes. Luego, reconocer las diferencias con la otra parte. Como tercer paso, abrirnos a la otra parte para adaptar nuestra postura en función de lo que yo sé y lo que la otra parte me ha transmitido. Y, por último, siempre, siempre atacar el problema, nunca a la persona.
2- Convertir el problema en una posibilidad de mejorar. Busquemos lo que se puede hacer en lugar de quedarnos anclados en lo terrible que es todo.
3- Utilizar la empatía, hacer sentir a la otra parte que comprendes por lo que está pasando o lo que le está sucediendo. Para eso es fundamental escuchar activamente, dejar que la otra parte exprese lo que quiere para evitar confusiones; luego, preguntarle para verificar qué es lo que quiere y posteriormente, hacer un resumen en el que dejemos claro que hemos entendido con nitidez lo que nos ha dicho. A partir de ahí, sabiendo la situación y las necesidades del otro, buscaremos las soluciones adecuadas para las dos partes.
4- Ante situaciones violentas: cuando se trata de un ataque directo a tu persona en el que los gritos sobrevuelan la estancia en la que estáis abordando el conflicto es necesaria mucha calma. Hay que tratar de evitar crisparse o marcharse, eso pone punto final a cualquier búsqueda de solución. ¿Está gritando esa persona porque cree que nadie le escucha? Asegúrate que sepa que le estás escuchando, para aplacar esa furia inicial. No te defiendas entonces, porque sólo conseguirás que su enfado vaya en aumento. Reconoce su punto de vista y luego no seas vengativo ni te justifiques. Recuerda que quieres ganar tú, pero también quieres que gane la otra parte. Recuerda que no se trata de ganar, se trata de solucionar.
5-Redirigir la conversación hacia aspectos posibilistas y positivos. A menudo, aparecen en medio de este tipo de conversaciones reproches y frases potencialmente conflictivas, que debemos reorientar con preguntas abiertas, para que la otra parte se dé cuenta de que buscas que participe en lograr una solución conjunta o cooperativa. Así, cuando la otra parte dice ‘no quiero’, lo correcto sería preguntar ‘¿qué te gustaría?’. Más ejemplos: ‘Es caro’, pregunta ‘¿comparado con qué?’. ‘Es la única forma de hacerlo’, pregunta ‘sí, es cierto, pero ¿podríamos considerar alguna otra posibilidad?’. ‘No puedes hacer eso aquí’, pregunta ‘¿qué pasaría si lo hiciéramos?’. ‘Es imposible’, pregunta ‘¿Qué lo haría posible?’…
6- Nunca imponer (‘esto se hace así y no como tú dices’). Esto volverá a levantar las defensas del otro, que se dará cuenta que está ante un muro que ni le escucha ni comprende su situación y que únicamente busca ganar a toda costa. Mala estrategia. Conviene que le hagamos saber nuestra postura, pero siempre partiendo de la base de que es tu punto de vista y no necesariamente el que hay que adoptar (por ejemplo, comenzar con un ‘yo lo veo así).
Siempre nos quedará la prevención
De todas formas, la mejor manera de evitar un conflicto en nuestra empresa sigue siendo la prevención. Cierto, no estamos hablando de riesgos laborales físicos, evitables aplicando medidas de seguridad preventivas. Pero es verdad que se pueden impedir estas situaciones poniendo el remedio antes que se produzca la herida. Aplicando estos puntos seguro que evitamos muchos conflictos antes de que surjan:
*Evitar una mala planificación: dejar claro desde el principio el capital que va a aportar cada socio, las funciones, trabajo operativo y límites de cada uno, saber a ciencia cierta la experiencia o conocimiento que aporta cada cual, lo que va a implicar el negocio, las compensaciones que tendrán… Todo eso debe ser conocido, debatido y plasmado por escrito de antemano en un documento, que puede ser el propio plan de negocios de la empresa.
*Como consecuencia del punto anterior, cada socio debería centrarse en áreas diferentes en las que sean más hábiles o tengan mayores conocimientos.
*Evitar sumar nuevos socios en la empresa sin consultarlo con los demás.
*La relación socio-empresa debe considerarse como un matrimonio. Así, al iniciar nuestro camino, deberíamos firmar un acuerdo para minimizar cualquier diferencia que pueda surgir entre en el devenir diario de la compañía. En Gaztenpresa te hemos hablado varias veces de las formas jurídicas a la hora de elegir un modelo de empresa y estamos dispuestos a ayudarte a tomar esta decisión trascendental contigo y con las personas que estéis dispuestas a emprender juntas.
*No conviene que un socio pida prestado dinero a la empresa para hacer frente a sus deudas personales.
*Escoger socios o socias es clave: si crees que no vais a poder llevaros bien piénsatelo dos veces. Si chocáis habitualmente raro será que encajéis bien a la hora de emprender.
En cualquier caso, es de gran utilidad contar con asesores externos que ayuden a mantener vuestra empresa en el camino correcto, y no sólo para que intervengan cuando los socios tengan problemas. En el caso de las startups, por ejemplo, que es raro que posean un consejo de administración, se antoja imprescindible las aportaciones de alguien de fuera de la empresa. Por eso, es necesario que los socios se reúnan con cierta periodicidad con algún asesor externo para guiar a las empresas en sus primeras etapas y, de paso, evitar los roces que pueden empezar a producirse. En Gaztenpresa tenemos experiencia ayudando en la consolidación de negocios y también un programa específico de mentoring en el que personas con experiencia en el mundo empresarial prestan su consejo a quienes empiezan en su proyecto propio.