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La falta de liquidez en las empresas suele ser un problema que debemos solucionar cuanto antes. Una fórmula interesante para la falta de liquidez (falta de dinero para hacer frente a las obligaciones de pago inmediatas) es el «descuento comercial». Éste, consiste en un contrato por el cual la entidad financiera nos abona el dinero que nos debe un cliente antes de que éste nos pague, descontando del mismo unos intereses y comisiones. Es muy útil si no se puede esperar a que el cliente pague y debo realizar pagos en un corto plazo de tiempo. Para la entidad financiera es un riesgo muy controlado, ya que es una deuda muy a corto plazo. El documento más aceptable por la entidad financiera es el pagaré o la letra aceptada y, además, la entidad financiera prefiere que le lleven muchos clientes e importes pequeños que pocos y grandes, para así diversificar el riesgo. No obstante, la entidad financiera no suele asumir el riesgo de impago, es decir, si finalmente el deudor no paga dichas facturas, el coste es asumido por el cliente.
Un instrumento similar es el anticipo de facturas (factoring), fórmula que suele utilizarse cuando la empresa es cliente habitual de la entidad financiera. Mediante este instrumento la entidad nos anticipa el importe de una factura ya emitida. En este caso no se estudia la solvencia nuestra, sino la del cliente, y no existe, como en el caso anterior, documento alguno que avale la devolución; se trata, por tanto, de un ejercicio de confianza de la entidad financiera, ya que sólo hay una factura, la cual sólo es un papel sin garantía de pago.
Es una fórmula cara pero que aporta ventajas a la gestión del negocio; el cliente está obligado a pagar los gastos del servicio que incluye:
- El tipo de interés por el anticipo de fondos, si es que se contrata el adelanto del importe antes del vencimiento.
- La comisión de gestión, que es un porcentaje sobre el nominal.
